martes, 25 de noviembre de 2008

POLÍTICA DE LA MORTALIDAD

La muerte es nuestra eterna compañera
dijo don Juan con un aire sumamente serio -.
Siempre está a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo.

Carlos Castaneda – Viaje a Ixtlán


¿Qué se mueve detrás de lo cotidiano? ¿Qué se esconde en lo cotidiano? ¿A través de qué señales o qué signos lo vivimos? Existen varias interpretaciones que abren la discusión con respecto a lo cotidiano, algunas que ven desde lo interno de la rutina la posibilidad de cambio y apertura hacia nuevas posibilidades de realidad, y otras que optan por la ruptura de la misma rutina para conseguirlo.

De acuerdo con Mendoza (2004), lo imposible en muchos casos está en la misma cotidianidad, en los actos que carecen de significado, pues es este espacio donde se arman y desarman los significados de las cosas, conceptos, sentimientos, ciencia, la vida, la participación y la protesta.

La realidad así se muestra como producción que la sociedad hace, en acuerdos intersubjetivos que se convierten en sentidos de significado al mundo que a través del lenguaje dibujan marcos de acción y prácticas sociales para las personas al dar certeza a lo que es incierto.

Otra forma de acercarse a lo cotidiano es desde afuera, al verlo como afirma Bauman (1999) cuando la falta de libertad no se vive como opresión, y se cumplen reglas e imperativos externos, que uno mismo no ha creado ni elegido. Ahí la rutina cotidiana lejos de ser percibida como tiránica, brinda seguridad en general sentida como gratificante, sin imaginar maneras diferentes de encauzar la vida cotidiana.

Automáticamente el tema de lo cotidiano lleva a hablar sobre la autonomía y su contra parte la no autonomía. La autonomía consiste en la posibilidad de poseer un amplio espectro de alternativas para tomar decisiones y desempeñar distintas identidades, además de jugar en los terrenos de la incertidumbre, la imperfección y la constante crítica y autorreflexión.

Lo que es autónomo mantiene las opciones abiertas, se vuelve conciente de lo finito de las cosas al aceptar la muerte como evidencia segura del paso fugaz que representa la existencia tanto de una sociedad como de un individuo. La muerte así se torna un catalizador que le da sentido a la creatividad y a la aparición de nuevas cosas entre el fin constante de otras.

Aceptar la muerte frente a las sociedades que se dicen perpetuas en su inercia institucional y sus significaciones se trata, como Bauman (1999) afirma, de un cuestionamiento siempre constante que reevalúa juicios y veredictos junto con todos sus fundamentos. Construcción y reconstrucción de realidades entre la reflexión crítica que es la esencia de toda política auténtica (diferenciada de lo meramente político, es decir el ejercicio del poder).

Política en medio de la crisis de la democracia representativa no solamente para votar en las urnas y emitir un codiciado voto o integrar un partido político, sino una actividad dirigida a la transformación de condiciones sociales existentes mediada por la comunicación entre sujetos capaces de lenguaje y habla (Ramírez, 2006).

Acción que se reapropia y despliega desde cada espacio de la vida cotidiana de cada sujeto o sociedad que aspira a la autonomía y libertad, sin necesariamente ser parte del juego de “realidad política” tal y como la tradición marca. Al saber de antemano que para pisar terrenos desconocidos e inhóspitos antes tendremos que conocernos a nosotros mismos como única base para encontrarnos en el asombro.

DvD

Referencias:

- Bauman, Z. (1999). Buscando la política. México: FCE.

- Mendoza, J. (2004). La participación: una psicología política del sentido, en: Gonzáles, M. (Coord.). Los procesos de participación social. Cuadernos de psicología social de la SOMEPSO. México.

- Ramírez, R. M. (2006). De lo político a la política, una reflexión de la disolución del concepto, en: Arciga, S. Miradas psicosociales a la realidad. México: SOMEPSO.

CIerre de campaña nacional

En el espacio de la coyuntura

La forma es vaciedad, la vaciedad es forma
Sutra del corazón

En México se vive hoy entre el espacio en medio de una coyuntura, rodeada de abrumantes violencias y perdidas de sentido en la vida social. El espacio de está coyuntura puede trazarse como algo que viene de atrás y sigue un cambio, a una transición, conectada a los hechos del pasado, que proyecta el futuro con lo que sucede en el presente al mismo tiempo que esté, el presente, resignifica al pasado.

Un mapa: Roger Bartra ha dicho que la transición democrática mexicana puede entenderse desde dos ciclos, uno cortó y uno largo. El corto según el autor, inició con la caída del sistema en 1988 y se termina con las elecciones del año 2000. Se propone aquí también que su inicio fue con el terremoto de 1985, sacudidor de las bases estructurales de un sistema que iba dejando ver su fecha de caducidad, y una sociedad civil mucho más fuerte que un estado que comenzaba a dar sus primeros síntomas de defunción.

Por otra parte el ciclo largo, inicia en 1968 y sigue hasta el día de hoy, en una extrema turbulencia del orden y tranquilidad social. En una coyuntura como está, radica la importancia del aquí y ahora, del presente, como determinante de aparición y transformación hacia mejores posibilidades en cuanto a construcción de realidades.

Contemplar el espacio permite comprender la continuidad entre los hechos, entre las personas; el espacio es el intervalo de tiempo en el que transcurren las vidas y no simplemente una incipiente nada. El espacio está determinado por la manera en que se crean acuerdos y certezas colectivas a través de millones y millones de ojos que se funden en una sola dimensión, la del espacio.

El vacío total es donde las formas vienen y van, por ejemplo: monumentos, efemérides, instituciones, nombres, personajes, memoria y todo aquello que hace un espectáculo de emociones e identidades. Donde como Cesar Cisneros (2006) explica, la definición entre lo trascendente y perpetuo a diferencia de lo pasajero e irrelevante está en manos del poder, tratándose así de una decisión política.

Hay veces en que los grandes acuerdos intersubjetivos pueden volverse realidades tan pasmosas, estáticas, rígidas, incuestionables o contundentes hasta llegar a ser inmóviles y paralizantes para quienes las viven, como por ejemplo aquellas realidades donde se difunde el miedo, a tal grado, que las miradas de los habitantes son incapaces de llegar al mundo y al otro hasta el fondo, más allá de la forma aparente, y de los límites que el individualismo impone.

Tales realidades imposibilitan a las personas multiplicar sus propios personajes y trascender aquellos roles heredados de una construcción social, desde una educación no espontánea limitadora de la creatividad humana.

Frente a estas realidades de contundencia, la defensa del horizonte de la poca realidad, que juega entre lo efímero y evanescente como la presencia de un arcoiris, significa, abrirse a la maravillosa sorpresa de la infinita posibilidad de aquello que emerge (Cisneros, 2006) o puede emerger.

Sé lo que soy porque estoy exactamente sabiendo lo que no soy
(Eso ignorare luego astutamente).
Julio Cortazar


Reorientar nuestra concepción del espacio permite entender su importancia no como algo inexistente, invisible, sino como algo a través de lo que se existe y así levantar muchos de los discursos impuestos desde antes sin saber.

DvD

Consultas:

Cisneros, C. (2006); “Del proceso ciudadano al habla en interacción”, en: Arciga, S. (Coord.) Miradas psicosociales a la realidad. México: SOMEPSO / UAEM / UNAM / UAM.

Watts, A. (2005); “¿Qué es el Tao? ¿Qué es el Zen? ”. Barcelona: RBA Libros.